En lo más íntimo de Os Ancares, cuando la primavera asoma entre nubes y cantares, la Ruta Quintá – Río Donsal se transforma en un poema vivo, escrito en pétalos, musgos y aguas cristalinas. Este domingo, la senda se presentó como un retablo de estampas naturales, de esas que el alma reconoce como propias aunque nunca antes haya caminado por allí.
Los viejos caminos de piedra, cubiertos de alfombras de musgo esmeralda, conectan pasado y presente. Las pasarelas de madera, restauradas con mimo, guían al senderista entre laderas floridas, donde xestas (de flor amarilla y blanca), uces (de tonos granate), violetas silvestres y helechos nacientes convierten los márgenes en jardines espontáneos.
En el interior del bosque, el agua canta su idioma sobre piedras tapizadas de vida y rescoldos de historias milenarias e. El Donsal corre límpido, a veces tímido, a veces impetuoso, abrazado por bidueiros, ameneiros y robles centenarios que visten sus troncos de líquenes y barbas de musgo, que son centinelas y guardianes de un río humilde y poético. Todo aquí habla de pureza: el aire se respira con hondura, el silencio es antiguo y el canto de los pájaros —pinzones, carboneros, mirlos— es más nítido que cualquier palabra humana.
Y entre este verdor, sorprenden los cerezos silvestres en flor, esculpidos por el azar y las aves, como joyas blancas o rosadas engarzadas en la espesura autóctona. Son símbolos de resistencia y renacimiento, creciendo donde nadie los sembró, pero todos los celebran.
También las rocas, troncos huecos de árboles centenarios y milenarios y muros de antiguas construcciones en los vértices del río Donsal están cubiertos de musgo, como si la naturaleza reclamase lo que una vez fue suyo, sin destruirlo, solo abrazándolo, como lo hicieron senderistas del Grupo ONCE. En esta fusión entre lo humano y lo forestal y vegetal, se intuye el legado de quienes habitaron y cuidaron estas tierras antes de nosotros.
La senda está perfectamente transitable y señalizada, fruto del esfuerzo constante de la Asociación Castaño y Nogal e instituciones co-implicadas como el Concello de Becerreá y de Navia de Suarna. Caminarla es un homenaje silencioso a quienes creen que lo común merece ser protegido.
Esta Semana Santa 2025, mientras otros buscan bullicio, ruido, playa, calles y plazas saturadas de turistas, tú puedes optar por escuchar el alma de un valle, dejarte mojar por su frescura y reconectar con lo esencial. No es solo senderismo. Es introspección. Es belleza sin artificios. Es patrimonio natural, humano y emocional.
Ven. Camina. Siente. Y deja que la primavera del Donsal te habite, como lo hicieron esta maña senderistas de A Mariña Lucense.