Lo que actualmente se conoce por civilización maya era un conjunto de tribus de rasgos comunes que se asentaron principalmente en la península de Yucatán y en las tierras bajas de México y Guatemala. Alrededor del año 2.500 antes de la era cristiana, se comenzó a producir un proceso de diferenciación que se aprecia en la aparición de lenguas locales, influidas por el contacto con otras culturas de la región. Desde entonces, en el territorio ocupado por las agrupaciones mayas, en distintas zonas fueron surgiendo centros urbanos que florecieron durante el primer milenio de la era cristiana, específicamente entre los años 300 y 900.
El área ocupada por los mayas posee una superficie de 324.000 kilómetros cuadrados que incluye los actuales estados mexicanos de Yucatán, Quintana Roo y Campeche; regiones de Tabasco y Chiapas; Repúblicas de Guatemala y Belice, y diversas zonas de Honduras y El Salvador. Esta extensa región constituye el límite sur de Mesoamérica.
El medio ambiente escogido por los mayas para desenvolverse como sociedad carecía de recursos naturales y presentaba condiciones que lo hacían muy inhóspito para el asentamiento humano. Gran parte del territorio está dominado por una espesa selva tropical, difícil para el desarrollo de la agricultura y, por lo tanto, para alimentar a un elevado número de población. Esto se debe al hecho que el suelo, penosamente despejado para cultivarlo, no resiste más de dos años de uso debido al desgastador efecto de las lluvias, razón por la cual debe ser abandonado y rápidamente vuelve a cubrirse por la selva. En cuanto a la fauna, predominan las aves con plumajes multicolores, los monos, el jaguar, el tapir y el venado.
Durante el período de mayor esplendor de los mayas o Clásico (300-900 d.C.) florecieron los famosos centros ceremoniales como Copán, Piedras Negras, Palenque y Tikal, caracterizados por una arquitectura monumental y un extraordinario desarrollo científico y artístico. Las razones de su decadencia aún constituyen un misterio, aunque predominan dos explicaciones: la primera, que plantea el abandono de los centros ceremoniales debido a una hambruna general que se habría producido por un excesivo crecimiento demográfico en el siglo X; la otra, apoyada en evidencias arqueológicas, sugiere el estallido de violentas revueltas campesinas en contra de la clase dominante sacerdotal que habrían culminado en la quema y abandono de los centros urbanos mayas.
Mucho antes de la llegada de los españoles, en el norte de la península de Yucatán los mayas habían erigido nuevamente monumentales centros urbanos que se remontan al siglo XI. Los más poderosos eran Tulum, Uxmal, Chichén Itzá y Mayapán; estos dos últimos ejercieron la hegemonía política y militar hasta el siglo XV. A lo largo de este período, denominado Postclásico, los mayas recibieron una fuerte influencia de los toltecas que habían sido expulsados del valle de México por los aztecas. Esta influencia se manifestó, por ejemplo, en el mejoramiento de las técnicas de guerra, el arte y el aumento de la práctica de los sacrificios humanos. Finalmente, la persistencia de los conflictos internos llevó a los mayas hacia un nuevo proceso de disolución, que coincidió con la irrupción española en el Yucatán.