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«Que sean muchos  los días de verano

que te vean arribar con gozo alegremente,

a puertos que tú antes ignorabas…»

Itaca de Kavafis.

La «seguridad integral», de la que tanto se desconoce, y tantos opinan. En este breve comentario quiero dejar constancia de la experiencia vivida los últimos días en un viaje de trabajo profesional.

Se dice que la seguridad es un acto de ánimo, sensación, objetivo y fin, que el ciudadano anhela constantemente. Ya Maslow lo anunciaba en su pirámide de necesidades humanas  básicas, en la que situaba a la seguridad en el  segundo nivel.

He titulado esta nota «La excelencia en el trabajo, un viaje de largo recorrido». Por este motivo quiero compartir con todos los socios de PROTECTURI y visitantes del blog de Castaño y Nogal mis «emociones y percepciones» del mencionado viaje. Hace uno días puse camino  hacia A Coruña, con objeto de recoger y acompañar las obras integrantes de la exposición «la antiguas civilizaciones de Egipto y Mesopotamia en Montserrat». Una magnífica colección de estas obras ha sido expuesta  en la sede de la Fundación Novacaixagalicia en A Coruña.

Y como el destino era A Coruña, permitidme un pequeño guiño marinero. El «rol» es la licencia que da el comandante de una provincia marítima al capitán o patrón de un barco. Allí nuestro rol convergía en una suma de organizaciones y profesionales de los ámbitos museológico y de la seguridad. Nos encontramos  los responsables de: 

  • La seguridad del titular de las obras.
  • La seguridad del receptor temporal de las obras.
  • La seguridad pública.
  • La seguridad de la empresa de transporte.

O también conocida como el factor: Valor- Protector-Amenaza.

 Todo ello con un fin claro, la prevención y protección de las obras en su traslado.

 Quiero destacar el compromiso, la dedicación y la  ilusión  de todos los integrantes de  ese sistema de seguridad creado para tal fin. Y no puedo dejar de recordar el lema  «unus pro ómnibus, omnes pro uno«, es decir «uno para todos y todos para uno«.

 Esta consigna se popularizó durante el siglo XIX, cuando tras las lluvias de otoño de 1868 en los Alpes, las autoridades lanzaron una campaña de ayuda, auspiciada por el mencionado lema. Al tiempo que nos ha acompañado en nuestras lecturas juveniles de las obras de Alejandro Dumas.

 En los casi 1200 kilómetros recorridos, en lo que el invierno nos mostró su cara más nívea, destacaría algunas reflexiones que me asaltaron y que como profesional de la seguridad considero oportuno compartir: 

  • El profesional debería adaptarse a la realidad y necesidades contemporáneas de sus obligaciones.
  • El profesional debería interiorizar el binomio actitud-mentalidad como una directriz de cualquiera de sus actuaciones.
  • El profesional debería asumir que la seguridad al 100 x 100 no existe. Pero tiene que poner las medidas adecuadas para alcanzar el porcentaje más alto en cada una de las situaciones.
  • El profesional se debería responsabilizar de su ámbito de actuación. Hay que recordar que la seguridad es un sistema integrado por diferentes agentes. Y cada uno de ellos debe tener conocimiento y capacidad de respuestas.
  • La seguridad es prioritaria para garantizar el adecuado desarrollo de los colectivos humanos.
  • La seguridad son contramedidas y autoprotección.
  • La seguridad es el resultado de la adopción de acciones y disposiciones adecuadas y convenientes.
  • La seguridad debería valerse de la información para generar confianza y tranquilidad social.
  • La seguridad debería regirse por la humildad ante la complejidad en la que actúa.

Para finalizar, quiero agradecer su labor a todos los profesionales de la seguridad, tanto pública como privada,  que trabajan día a día para alcanzar mayores cotas de excelencia -con el fin de salvaguardar el patrimonio común de todos los ciudadanos-. Permitidme hacer una mención especial de gratitud a Andrés Martín Ludeña, director de seguridad de la Fundación Novacaixagalicia, que una vez más ha dado muestras de su mentalidad y actitud ultraprofesional a lo largo de todo el proceso, que se inició hace ya varios meses. ¡Gracias amigo!.

 

IMPRUDENCIA Y HEROICIDAD

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Finalmente, por haber ocurrido en A Coruña, lugar destino de mi viaje profesional, no puedo pasar por alto resaltar el acto heroico de los tres policías nacionales que se tiraron al mar embravecido de la playa del Orzán, poco después de las 5 de la madrugada del pasado viernes, para tratar de salvar la vida de un estudiante esloveno (proyecto Erasmus), quién contraviniendo todos los principios y reglas de prudencia, así como de valoración de riesgo, decidió bañarse de noche, con olas de hasta 5/7 metros y reseca, en la playa de la ciudad herculina, lo que conllevó en un acto de sentido del deber extremo, irreflexivo y poniendo en riesgo sus propias vidas, no preparados para la acción, a meterse en el agua a policías que pasaban por la Avenida P. Barrié de la Maza, contigua a la playa del Orzán, a los que terminaron engullendo las olas y el mar embravecido que había a esa hora, al igual que al propio estudiante esloveno imprudente que provocó el acto heroico de los policías que trataron de socórrele, a cuyas familias expreso mi más sentida condolencia, al tiempo que pido que se saquen consecuencias de este triste suceso para que no se vuelva a repetir.

 

Jesús Alcantarilla

Director de Seguridad Abadía de Monserrat

(Barcelona)

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