Quintá.- 13 de noviembre. El pasado fin de semana hemos tenido la oportunidad excepcional de recorrer, fotografiar y disfrutar del paisaje otoñal del entorno del Sendero de Quintá-Río Donsal, con momentos de luz excepcional que la cámara fotográfica inmortalizó en setenta fotos que describen un paisaje para recrear la vista. Se recogieron tomas realmente excepcionales y que con toda seguridad no se repetirán hasta el próximo otoño, pues trabajamos en un entorno vivo, cambiante. El bosque tiene esa “costumbre” de vestirse de manera distinta en cada época del año, con el fin de representar, una vez más, el ciclo de la vida. Como ya manifestó la profesora y voluntaria Laura Poncela “este paisaje es un regalo para los sentidos”, para los senderistas que lo recorren, de lo que las tres fotos siguientes son una magnifica muestra de ese impresionante paisaje.

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Foto Antonio Álvarez, en sotos de castaños de A Veigas, en Quintá

Un Paisaje multicolor, compuesto de pinceladas verdes, amarillo, ocre y marrón. Hojas de castaño que varían de color, que caen con la llegada del frio, espectáculo único, regalo de la naturaleza que nos ofrece la rica vegetación autóctona de Cancelada y de la cuenca del río Donsal, que se muestra con toda su franqueza en parajes como el de O Carballal o los sotos y prados de Quintá, de ahí que recomendemos desde este blog a los senderistas y navegadores de internet la visita y recorrido por el Sendero antes de que les caigan las hojas a los castaños y a los nogales y cambie el paisaje otoñal, pese a que en cualquier estación del año siempre disfrutaremos de un entorno bonito, impresionante, auténtico, en estado puro y excepcional, pero en otoño más aún, como se aprecia en las fotos.

Foto Antonio Álvarez, con toma desde prados de Quintá – As Veigas

Foto Antonio Álvarez, con toma desde prados de Quintá – As Veigas

Cada vez que recorremos la Ruta y ya van trece de principio a fin, sin contar con la realización parcial de muchos de sus tramos, se convierte en una experiencia de especial y singular atractivo, que engancha al caminante, al senderista, al ciudadano, a la persona que se abstrae de la crisis y problemas al recorrerlo, estado y reencuentro personal que propician su increíble silencio y las sinfonías del agua del Donsal en algunos de sus tramos, su naturaleza y paisaje cambiante. En esta ocasión, las retinas se llenaron de un paisaje que sabemos tiene fecha de caducidad, que es efímero. Para el recuerdo, la infinidad de colores descubiertos en las hojas de los castaños, que a cierta distancia y bajo la luz de los rayos del sol filtrados entre las ramas más altas parecían vides de algunas parras canceladesas, quizás fue la magia del bosque que nos quería confundir y envolvernos para siempre.
Al finalizar la Ruta, llegamos a la conclusión de que este Sendero y el Donsal, su naturaleza, su orografía, su vegetación autóctona, su paisaje cambiante, sus riquezas etnográficas tienen además de todos esos valores fuerza telúrica que propician la conversión del estado de inicio al de llegada en éxtasis, por el disfrute de lo auténtico, de lo que ya no queda, de lo que allí había y hay, tal y como es, tal y como lo han dejado quienes han trabajado altruista y noblemente en esta Ruta, para disfrute de quienes quieran recorrerlo, un regalo para los sentidos como dijo la amiga Laura Poncela, un paisaje de cuento que invita a quedarse a comer como dijo el también profesor berlinés Rober Lösser, en medio de ese paisaje impresionante como han dejado escrito muchos senderistas, escritores, cantautores, notarios, arquitectos y escritores.

Foto Antonio Álvarez, río Donsal en tramo zona de Son-Fraga de Baliñas

Foto Antonio Álvarez, río Donsal en tramo zona de Son-Fraga de Baliñas

Fuera del trazado principal de la Ruta, existen en el contorno lugares igualmente estimulantes, en esta ocasión destacamos las laderas del tramo de Son a la Fraga de Baliñas, que fue sin duda, otro estímulo para los sentidos, al permitirnos el escaso caudal del Donsal en estas fechas, cruzar de un lado a otro del río-desfiladero, paraje ya bautizado como de la sinfonía del agua, ver y disfrutar de los sonidos de las pequeñas cascadas de agua, de la vegetación, del suelo alfombrado de hojas de castaño secas, marrones, caídas recientemente, con castañas por todas partes, eso sí, más pequeñas de lo habitual y que en años precedentes. La sequía del pasado verano nos decían que era la causa de su reducido tamaño.
Como contrapunto a la naturaleza excepcional, el paisaje y tesoro natural de la cuenca del Donsal y entorno del Sendero, puesto al descubierto merced a una ingente labor de la Asociación Castaño y Nogal, está el abandono, la desidia y el desinterés de todas las administraciones públicas, de las autoridades que las representan, que no responden, no contestan (pese a estar obligadas por la ley reguladora del derecho de petición), no están ni se les espera. ¿Hasta cuando?
El Sendero de Quintá tiene además, otro mérito importantísimo, se planificó y se ejecutó en tiempos de plena crisis económica, sistémica, general, global, sin un euro de ayuda pública, con iniciativa, compromiso, queriendo, sumando, cooperando, sin escudarse en justificaciones interesadas y fáciles, engañosas, en mentiras, afrontando con valentía, trabajo e inteligencia, plan y estrategia, las incompetencias, el menosprecio e indiferencia de muchos que no pudieron impedir que el Sendero de Quintá-Río Donsal sea una realidad como la muestran las fotos de este artículo comentario. El próximo presidente del gobierno debería comenzar su mandato con una visita a Quintá y un recorrido por el Sendero. Sería un buen síntoma para empezar su mandato, pero no lo hará. Será su problema. La invitación pública queda hecha.

Equipo de redacción Blog y Web
Asociación Castaño y Nogal

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