Hemeroteca del 4 marzo, 2024

Caminando esta mañana por el entorno de acantilados de la costa coruñesa, con muros sólidos de rocas descubiertas, de baja y mediana altura, en comparación con la que existe en otros lugares y zonas de Galicia y del planeta, el caminante / senderista reflexiona y piensa que la vida de las personas tiene similitudes claras con la vida de los mares.

Obviamente, no todos los mares y océanos son iguales, pues cada uno, al igual que los poetas, tiene su manera de hablar, su forma de manifestarse en su relación con la superficie terrestre que le rodea, su característica y personalidad, su forma física de hablar, su lenguaje líquido y de energía viviente.

Cada día de los mares y de los océanos es cambiante y dinámico. Se nos muestran en estado de calma o en movimiento, agitados, con gran fuerza o con aguas en calma.

Hoy domingo, 3 de marzo de 2024, las olas del mar a la entrada de la Bahía de A Coruña, el tamaño de las olas era medio. Sin embargo su fuerza era intensa, con olas que golpean una y otra vez los acantilados de la costa coruñesa, a su antojo.

Las olas van y vuelven, dejando en medio martillazos líquidos de agua azul que se transforma en blanco al dar el golpe en los acantilados rocosos, con estampas de belleza natural que se refuerzan con los de la bóveda del cielo blanquiazul, como los colores del Real Club Deportivo de A Coruña, antiguo Súper Dé por.

La vida, nuestras vidas, con frecuencia, registran sacudidas, golpes en horizontal y vertical de muy diverso tipo, que nos golpean contra las acciones y omisiones ajenas, capacidad de superación y de resistencia, que no siempre está a nuestro alcance.

Así, cuando los genes, moléculas y funcionamiento sincronizado de los órganos vitales de nuestro organismo se ven atacados por células cancerosas que desarrollan mutaciones que no son o no pueden ser reparadas y pierden, como afirman los científicos, anatomo patólogos y biólogos, capacidad de morir, la resistencia anímica y de esperanza de vida se truncan. La preocupación no deja dormir, singularmente en una primera etapa, antes de aceptar la situación como irreversible.

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